El pueblo de las puertas tabicadas... y una cárcel
Entre las orillas del río Matarraña y la antigua vía de tren que comunicaba Alcañiz con Tortosa (hoy reconvertida en Vía Verde) se encuentra la pequeña localidad de Torre del Compte.
Al parecer, su nombre proviene de "Torre de Cuentas" y no de "Torre del Conde", como podría suponerse en una primera impresión. Lo que no tengo claro es qué tipo de "cuentas" se llevaban a cabo: recaudaciones de impuestos, grano u otra producción agrícola o ganadera...
Como en otros muchos pueblos del Matarraña, el paisaje es típicamente mediterráneo. Esto, unido a lo bonito y tranquilo del pueblo en sí, ha hecho que algunos "artistas" europeos (sobre todo del norte) hayan acabado afincándose aquí.
Y es que un paseo por sus calles cargadas de historia, delimitadas por las fachadas renacentistas de sus numerosas casas señoriales, invita a un tranquilo paseo que bien puede empezar en la plaza, donde el tan fotografiado reloj de sol de la Casa Gran, aparte de darnos la hora, nos dice que lleva ahí desde 1701.
El recorrido por entre la arquitectura popular y las majestuosas "mansiones" solariegas nos mantienen atentos todo el rato, expectantes, a muchos de los detalles que esta localidad nos ofrece. Como el portal de San Roque, el único que queda en pie de aquellos que en tiempos medievales permitían el acceso a la villa. Sobre él, la clave del arco con el relieve del escudo de la localidad. ¡Cuántas gentes de cuántas épocas distintas habrán debido pasar bajo él...!.
O como las arcadas en piedra sillar, generalmente con un escudo tallado en la pieza principal, y que rodean protectores los robustos portones de acceso a las viviendas. Centrándonos en este tema, la última vez paré cuenta de una cosa curiosa: muchas de estas puertas talladas en piedra... estaban tabicadas. Bien por otras piezas "vulgares" con argamasa, bien con ladrillos... estas elegantes muestras de arquitectura dan acceso a... nada. Han abandonado su misión y han dejado de ver pasar gente bajo ellas, pasando a formar parte de un muro la mejor de las veces. Son muchas, y no me acaba de cuadrar la razón de tal cambio de oficio. Y es que pasa lo de siempre: ves una, te sorprendes, ves otra, dices "qué curioso", y a partir de ahí ya sólo te fijas en puertas que no dan a ningún sitio.
No os podéis perder, ya que estáis aquí, una visita a la cárcel medieval, situada en la lonja, en los bajos de un edificio anexo al ayuntamiento, e incluida dentro de La Ruta de las Cárceles del Matarraña, musealizada hace pocos años por la empresa ATTIS-desarrollo y multimedia, s.l., y visitable llamando al teléfono que pone en la vieja puerta de acceso. Este espacio carcelero se construyó en 1547, y consta de tres habitaciones comunicadas entre sí, siendo la primera la más grande, y el lugar donde el carcelero tenía su habitación, con el correspondiente agujero para vigilar a los presos, aunque dada la escasa o nula luz que llega, poco vería a no ser que tuviera una buena vela o lámpara. Los otros dos calabozos son muy pequeños, angostos, húmedos, fríos... y esto, unido a la oscuridad, da una sensación de agonía tal que en lo único que piensas es en salir de allí cuanto antes, a respirar y ver la luz.
Vamos, que vale la pena la experiencia.
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