viernes, 31 de julio de 2009

Beceite (Matarraña)

La piscina natural
Como estos días está apretando el calor, os recomiendo un sitio genial para pasar el día y darse un chapuzón: la piscina natural de Beceite.
En este pueblo de final de carretera han sabido combinar estupendamente el respeto al río Matarraña y la diversión. Han acondicionado una zona del cauce y lo han preparado a modo de piscina, con sus escaleras, zonas de sombra y zonas de tomar el sol.
Eso sí, el agua es el agua del río, la que baja directamente de los Puertos de Beceite (Els Ports), y no es que esté caliente precisamente (fresca, más bien). Pero al poco de meterse ya se está en la gloria.
Y a sólo hora y media de Zaragoza.
A la vuelta, se puede parar en una terraza que hay al lado de la carretera a Valderrobres. Hay sitio para aparcar, césped en el suelo para estar descalzos, un precioso canón, cerveza fría... lo malo es que no tienen mucha variedad de tapas.

jueves, 30 de julio de 2009

Valderrobres (Matarraña)

El pozo de la Mano Peluda
Hace poco estuve visitando (por segunda o tercera vez) el castillo-palacio de Valderrobres. Impresionante. Visita obligada para asombrarse por las construcciones que podían llegar a hacerse en aquellos tiempos, por las vistas, por las estancias... Impresionante, repito.
El caso es que en una de las estancias (pequeña) se puede leer un cartelito que dice "Pozo de la Mano Peluda", y en la que, lógicamente, hay un pozo (con una reja, para no caerse, y donde la Peña de "No Sé Qué Hacer Con Lo Suelto" ya lo ha llenado de monedas). Para los que lo visitéis sin guía, os cuento la historia que circula en torno a este pozo:

"Según cuentan, desde este pozo sale un pasadizo que va hasta el río. Fue en este pasadizo donde, en el siglo XVII, se ocultó un hombre pues la justicia le perseguía por haber dado muerte a una mujer. Para que no lo descubrieran, su mujer, que era la que le llevaba la comida, se inventó la historia de que en el pozo habitaba un ser con una enorme mano peluda; de esta manera, el temor hizo que nadie se acercara por allí.
Desde entonces, la historia de la Mano Peluda se utilizó para que los niños no fueran a jugar a las ruinas del castilllo".

Si váis a mitad de mañana, a la que salgáis ya será hora de echar un vermú en la plaza o, para los más morros, en El Pescaíto, frente a la sede comarcal.

jueves, 16 de julio de 2009

Torrevelilla (Bajo Aragón)

Casas que hacen pueblos (1)
No es que sea la primera parte de nada; es, simplemente, que como en Teruel hay varios pueblos que surgieron a partir de casas o masías solitarias, pues alguno tenía que ser el primero en aparecer.
Cuentan que, en este lugar, hubo en tiempos una especie de "casa de campo" o masía (o "masico") habitada por la familia Velilla. A este tipo de construcciones alejadas de núcleos urbanos también se les llama "torres", así que cuando, poco a poco, se fueron edificando casas en el entorno de la "torre" de los "Velilla", ya fue cuestión de tiempo que al conjunto se le llamara "Torrevelilla".
Inicialmente dependía de la Encomienda Calatrava de Alcañiz, y hoy día tiene ayuntamiento propio.

miércoles, 15 de julio de 2009

Luco de Jiloca (Jiloca)

El accidente de Entrambasaguas
Junto al puente romano de Luco de Jiloca, del que nos ocuparemos en su momento, hay un puente ferroviario ya abandonado con una peculiar historia de un accidente que llamó mi atención, sobre todo por lo espectacular de la fotografía del descarrilamiento que aparecía en el panel informativo.
El resumen del accidente sería éste: el 22 de junio de 1904 descarriló un tren de la línea Calatayud-Valencia en el término de Luco de Jiloca, con un balance de cinco muertos y una veintena de heridos.
Según he leído luego, y por eso pongo aquí esta reseña, es que se conjuraron todos los astros de la mala suerte: el río Pancrudo bajaba con una riada histórica, así que los cimientos del puente (mal construidos) se los llevó el agua, quedando las vías "en el aire"; el peso de la máquina hundió los raíles, y el vagón que llevaba el combustible cayó sobre el fuego de la máquina, empezando a arder todo.
Os invito a leer la reseña completa del accidente en esta dirección: http://www.xiloca.com/data/Bases%20datos/Xiloca/718.pdf . Creo que no tiene desperdicio por lo exhaustiva que es, e incluso hay un toque de humor en la situación.
Cuando vayáis a dar una vuelta por el pueblo (¡ojo!, el bar cierra los lunes), en una pared de la iglesia hay una placa de los padres escolapios que recuerda el siniestro (por los curas que murieron).

jueves, 9 de julio de 2009

Montalbán (Cuencas Mineras)

El Greñicas
Ya sabía que Aragón siempre había sido tierra de bandoleros: por Alcubierre, Fraga, el Bajo Aragón... pero hace poco, por casualidad, me encontré con uno que aún no conocía (y eso que es casi de mi pueblo): El Greñicas.
Sucedió en una excursión por La Muela de Montalbán, donde tenía su escondite. Me gustó su historia, así que os la cuento:

"A finales del siglo XIX la zona de Montalbán estaba controlada por un poderoso cacique local, que continuamente cometía abusos contra los pobres. Hasta que un día un tal Juan Espés, harto ya, lo desafió y le debió dar una paliza. Perseguido por los hombres del cacique, buscó refugio en el macizo de La Muela, y se escondió en una cueva cuya entrada, de reducidas dimensiones, quedaba bastante oculta por la maleza.
Allí pasó unos cuantos años, alimentándose de lo que le daba el monte y bebiendo el agua de los dos manantiales cercanos: la fuente de los Vaciones y la de Valdemiguel.
Cuando pensó que ya se habría olvidado la disputa, volvió al pueblo. Su aspecto desaliñado y su melena le merecieron el apodo de "El Greñicas", y acabó siendo hecho preso y llevado -parece ser- al penal de Melilla.
Pero se fugó y volvió a Montalbán, formando una cuadrilla de bandoleros que camparon por las tierras del río Martín.
Un buen día, cansado ya de vivir escondiéndose y siempre acosado, se fue a Francia, donde dicen que fundó una familia y, cuando le llegó la hora, acabó allí sus días".
La historia es maja, el camino hasta la cueva del Greñicas está muy bien señalizado y, además, desde allí hay unas vistas impresionantes del valle del río Martín.



martes, 7 de julio de 2009

La Portellada (Matarraña)

El Salt
El Salt es una espectacular cascada que forma el río Tastavins, de unos veinte metros de altura. Cuando baja con agua abundante, da gloria bendita verla (e incluso bañarse en la poceta que forma); cuando baja con poca agua, da un poco de pena. Pero, en todo caso, es interesante acercarse a contemplar el lugar.
Porque no sólo es la cascada; en su parte superior, el río Tastavins ha formado un amasijo de piedras que, la verdad, resulta curioso de ver.

Se puede ir en coche hasta allí, cogiendo un desvío en la carretera que va de La Portellada a Valderrobres (está señalizado). Se llega tras unos dos kilómetros de pista sin asfaltar (pero en bastante buen estado).


Pitarque (Maestrazgo)

Un paseo hasta donde no nace el río
Ir a Pitarque es como meterse en una película de aventuras. Al poco de pasar el puente que sale de la carretera nacional, el coche se mete en un estrecho de paredes verticales impresionantes. El estrecho se va haciendo más estrecho y, cuando parece que ya te va a chafar, se abre de repente dando paso a una vasta extensión de campos de cultivo. De película, repito.
El coche hay que dejarlo en la plaza de la entrada. Desde ahí sale el agradable camino que nos lleva al nacimiento del río Pitarque. A estas alturas, el camino ya está trillado. Es un paseo no muy largo y que se puede hacer con críos (con críos que anden, claro), pues se lo van a pasar teta, casi todo el rato al lado del agua.
A mitad de camino más o menos nos toparemos con una ermita-merendero y, siguiendo un ratico más, se nos acabará el camino pues ya nos topamos con el río.
De la pared de enfrente sale una surgencia de agua, un buen chorro. Es lo que llaman "el nacimiento del río Pitarque", aunque la denominación no es exacta pues el río a estas alturas ya baja con un buen caudal (de lo que se deduce que nace en otro sitio). De todas formas, el lugar es una pasada. Y, si nos atrevemos (y podemos) pasar al otro lado, podemos llegar hasta la surgencia misma, y hacernos la tradicional foto de turista.
Pitarque es un pueblo pequeño, muy pequeño, pero que en la misma plaza donde hemos dejado el coche tiene un bar con mesas en la terraza (en la propia plaza, vamos), cosa que se agradece sobremanera a la vuelta del paseo.

Observación para "machacas": Poco antes de llegar al nacimiento del Pitarque, sale un desvío a mano derecha (está señalizado) que sube al collado, atraviesa parte del Parque Geológico y nos baja al pueblo de Aliaga, ya en las Cuencas Mineras. Es también una buena excursión, siempre y cuando nos vengan a buscar a Aliaga en coche.


jueves, 2 de julio de 2009

Báguena (Jiloca)

...y la caña, mal echada
Por razones que no vienen al caso, estuvimos remontando la ribera del Jiloca en la provincia de Teruel. Y, llegado el momento, paramos a hacer una visita al pueblo de Báguena (al lado de Burbáguena, y del que nos ocuparemos en otro momento).
Como lo primero es lo primero, fuimos a echar una cerveza a un bar que tenía buena pinta: edificio nuevo, albergue turístico, comedor - restaurante, y larga barra. Todo muy nuevo.
Craso error.
El señor que atendía el "complejo" nos puso una caña sin nada (absolutamente nada) de espuma, que más parecía una muestra de orín que otra cosa, no tenía ni cocacola ni pepsi ni qué se yo (un nestí me parece que dijo que tenía), la tapa de anchoa estaba mal limpiada y casi nos atragantamos con la espina, el mostrador de recepción estaba ocupado por dos jaulas con pájaros que se habían cagado en todos los lados menos dentro de la jaula, al ir a pagarle y hacerlo con monedas (pensando que le vendrían bien los cambios), las tiró a la caja con mala cara (no había monedas de color cobre, no somos tan bordes) y, para rematar la faena, cuando se acabó el cigarro, en vez de apagarlo en el cenicero que tenía al lado, lo tiró, encendido aún, por encima de la barra a un suelo lleno de colillas, algunas aún humeantes del guiñote que debía haber habido por la tarde.
En fin, las personas hacen los pueblos.
Por nuestra parte, salimos pitando de Báguena.
Parece ser que hay una interesante torre mudéjar en el pueblo, pero a mí ya no me interesa. Tal vez en un futuro vuelva a probar suerte.