Recuperándose poco a poco
Entonçes se mudo el Cid | al puerto de Alucat,
dent corre mio Çid | a Huesa e a Mont Alvan;
en aquessa corrida | .x. dias ovieron a morar.
Así reza uno de los fragmentos del Cantar de Mio Cid, recordando aquellos tiempos de reconquistas en los que Rodrigo Díaz de Vivar campaba por estas tierras, ya luchando contra el moro, ya desafiando a reyes cristianos. Y es que Huesa jugó un importante papel en la historia del Reino de Aragón (no todo el mérito iba a ser oscense), pues llegó a integrar diez pueblos bajo lo que se conoció como "El Común de Huesa". Más tarde, Ossa (que era el nombre antiguo de la localidad) y su Común se integraron en la Comunidad de Aldeas de Daroca, formando todo este territorio la Sesma de Honor de Huesa.
He parado varias veces estos últimos años en Huesa del Común, y tengo que decir que cada vez veía mejor el pueblo. La primera vez, una vieja carretera flanqueada por un cansado cartel anunciando e pueblo, y por unos desordenados contenedores de basura y un par de casas abandonadas, me dio la sensación de que éste iba a ser otro pueblo al que le quedaba poco. Pero un breve paseo por sus calles me descubrió que aún conservaba un cierto aroma medieval y, como contrapunto moderno, hacía poco que habían arreglado un local que ya era bar y que en breve llevaban idea de dar comidas también. Había una pequeña chispa que quería comenzar a arder.
Otra de las veces íbamos a hacer una excursión que salía de una arreglada zona de recreo, con puente medieval. Aunque el día era claro, la ventolera y lo poco señalizado del camino nos hicieron abortar la misión al cabo de un rato de caminar; pero a cambio descubrimos que acababan de acondicionar una vía ferrata que, por una ladera caliza, acababa en el castillo. Mis compañeros se animaron a subir; los que tenemos algo de vértigo preferimos dar un rodeo y subir al castillo por el camino normal. Construido en los siglos XII y XIII, el castillo de Peña Flor fue una muy importante pieza en el juego de las reconquistas que hemos comentado. Al final, este castillo se lo cargaron en el siglo XIX con tanta guerra: la de la Independencia, las carlistas... también la modernidad descubrió el castillo, y algún gracioso ya había hecho en sus sólidas paredes las correspondientes inoportunas pintadas con spray. Desde ahí arriba aún parecía discernirse algo de su pasado amurallado y, desde abajo, la iglesia barroca de San Miguel (s. XVII) seguía en pie (y con trazas de aguantar aún muchos más años), alguna casa comenzaba a arreglarse, y comimos e el bar.
Una visita posterior a este pueblo al lado del Aguasvivas confirmó su recuperación: las casonas solariegas del s. XVI, ayuntamiento incluido, se estaban restaurando; habían abierto vías de escalada y ferratas, colocando a Huesa del Común en el mapa de las zonas de escalada del Sistema Ibérico, y hasta el cansado cartel anunciando el nombre del pueblo parecía lucir más orgulloso. Que así sea.
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