Viva el alcalde
¡Ah, qué cosa más bonita es la democracia, que nos permite elegir políticos de vez en cuando! ¡Y qué bonitas son las subvenciones, que por artes mágicas te dan dinero por la cara!.
Fuera cinismos, la verdad es que admiro a algunas personas que, gracias a su cargo, hacen todo lo posible por su pueblo y por las gentes que en él viven. Conozco varios que han hecho de sus pequeños pueblos turolenses casi perdidos unos lugares en los que se respira vitalidad, ganas de quedarse y seguir adelante.
El momento de escribir estas líneas es época de elecciones municipales (entre otras), y algunos de estos alcaldes turolenses han sabido aprovechar el momento (y todo el tiempo anterior que llevan en el cargo) para poner guapo su pueblo. Así, estos días se han inaugurado tranvías y pantanos, pero también Centros de día, Parques de mayores, centros de interpretación... y se han arreglado calles, fachadas... Olé por estos últimos.
Esto viene a cuento de que, en La Cañada de Verich, además de otras cosas que se irán desvelando poco a poco, se ha hecho un Parque de mayores, un Centro de la Tercera Edad y, en el mismo edificio, el pasado mes de marzo tuve la suerte de asistir a la inauguración del Centro de Interpretación "Molino aceitero de La Cañada de Verich", una rehabilitada almazara del siglo XVIII que estuvo produciendo aceite hasta 1982.
El ambiente festivo rezumó también una atmósfera un poco mágica, en la que la sabiduría de la gente mayor, algunos de los cuales habían trabajado en el molino, se puso con gusto a disposición de los niños y no tan niños, que señalaban admirados cómo giraban las enormes piedras de moltura, mientras aprendían de primera mano cómo se elabora el aceite, y con los mejores profesores sobre el tema. Algo que nunca podrían aprender tan sólo con un libro de texto.
Cuando vayáis a La Cañada de Verich no dejéis pasar la ocasión de ver este Centro, único en su género en Aragón. Preguntad en el bar (porque, además, hay bar en el pueblo, y eso siempre es un buen aliciente de final de actividades).
Y, ya que os vais a acercar al bar, dad una vuelta por el pueblo. Hay una ermita, un curioso peirón al lado de una fuente, un lavadero rehabilitado, calles que invitan a un andar lento, la plaza de la iglesia, con el edificio que hace de Ayuntamiento (creo) y bar, con una curiosa calavera en el dintel de una de las piedras sillares que rodean la puerta de lo que en tiempo fueron las escuelas... Ah, y si la iglesia está abierta entrad a ver un cristo colgado con cuerdas en medio de la estancia. Ahí queda eso.
Como alguien os habrá acompañado al Molino Aceitero, o bien tendréis que devolver las llaves en el bar, preguntad también por la nevera.
La rehabilitada nevera está a unos 10 minutos andando, un poco en las afueras y por un paseo agradable, y pertenece a la ruta temática "Las bóvedas del frío". Este antiguo pozo de hielo almacenó y comercializó nieve entre los siglos XVII y XIX, y está incluido en los depósitos de gran capacidad que se construyeron en el territorio bajoaragonés durante la Edad Moderna.
El acceso actual que se ha practicado para facilitar la visita es a través de un túnel al más puro estilo Indiana Jones, y desemboca en lo que es la nevera en sí: un enorme espacio de planta circular de unos 8 metros de diámetro y con la abertura superior de lo que era la entrada original allá arriba, a casi 9 metros del suelo.Es impresionante, y con una acústica cuasiperfecta que invita a gritar chorradas como si tuviéramos diez años.
Sobre todo, cerrad bien la puerta cuando os vayáis y devolved la llave.
Cuando os alejéis de La Cañada de Verich, no os olvidéis de despediros con la mano del pueblo, por el buen rato que a buen seguro os habrá hecho pasar, y por lo mucho que os habrá enseñado. Y tened cuidado con la carretera estrecha y las curvas traicioneras. A ver si con otra subvención se puede mejorar el acceso...
Dedicado al abuelo que, entre amenas y divertidas batallitas, contó que su hermano y él fundaron/abrieron el bar "Cafetería de Verich", en Zaragoza, por el que casualmente paso todos los días al estar cerca de casa. ¡Cuántas veces me habré preguntado de dónde había salido la palabra "Verich"!.
Nota informativa para evitar malentendidos: No sé de que partido político es el alcalde de La Cañada de Verich. Ni me importa.
¡Ah, qué cosa más bonita es la democracia, que nos permite elegir políticos de vez en cuando! ¡Y qué bonitas son las subvenciones, que por artes mágicas te dan dinero por la cara!.
Fuera cinismos, la verdad es que admiro a algunas personas que, gracias a su cargo, hacen todo lo posible por su pueblo y por las gentes que en él viven. Conozco varios que han hecho de sus pequeños pueblos turolenses casi perdidos unos lugares en los que se respira vitalidad, ganas de quedarse y seguir adelante.
El momento de escribir estas líneas es época de elecciones municipales (entre otras), y algunos de estos alcaldes turolenses han sabido aprovechar el momento (y todo el tiempo anterior que llevan en el cargo) para poner guapo su pueblo. Así, estos días se han inaugurado tranvías y pantanos, pero también Centros de día, Parques de mayores, centros de interpretación... y se han arreglado calles, fachadas... Olé por estos últimos.
Esto viene a cuento de que, en La Cañada de Verich, además de otras cosas que se irán desvelando poco a poco, se ha hecho un Parque de mayores, un Centro de la Tercera Edad y, en el mismo edificio, el pasado mes de marzo tuve la suerte de asistir a la inauguración del Centro de Interpretación "Molino aceitero de La Cañada de Verich", una rehabilitada almazara del siglo XVIII que estuvo produciendo aceite hasta 1982.
El ambiente festivo rezumó también una atmósfera un poco mágica, en la que la sabiduría de la gente mayor, algunos de los cuales habían trabajado en el molino, se puso con gusto a disposición de los niños y no tan niños, que señalaban admirados cómo giraban las enormes piedras de moltura, mientras aprendían de primera mano cómo se elabora el aceite, y con los mejores profesores sobre el tema. Algo que nunca podrían aprender tan sólo con un libro de texto.
Cuando vayáis a La Cañada de Verich no dejéis pasar la ocasión de ver este Centro, único en su género en Aragón. Preguntad en el bar (porque, además, hay bar en el pueblo, y eso siempre es un buen aliciente de final de actividades).
Y, ya que os vais a acercar al bar, dad una vuelta por el pueblo. Hay una ermita, un curioso peirón al lado de una fuente, un lavadero rehabilitado, calles que invitan a un andar lento, la plaza de la iglesia, con el edificio que hace de Ayuntamiento (creo) y bar, con una curiosa calavera en el dintel de una de las piedras sillares que rodean la puerta de lo que en tiempo fueron las escuelas... Ah, y si la iglesia está abierta entrad a ver un cristo colgado con cuerdas en medio de la estancia. Ahí queda eso.
Como alguien os habrá acompañado al Molino Aceitero, o bien tendréis que devolver las llaves en el bar, preguntad también por la nevera.
La rehabilitada nevera está a unos 10 minutos andando, un poco en las afueras y por un paseo agradable, y pertenece a la ruta temática "Las bóvedas del frío". Este antiguo pozo de hielo almacenó y comercializó nieve entre los siglos XVII y XIX, y está incluido en los depósitos de gran capacidad que se construyeron en el territorio bajoaragonés durante la Edad Moderna.
El acceso actual que se ha practicado para facilitar la visita es a través de un túnel al más puro estilo Indiana Jones, y desemboca en lo que es la nevera en sí: un enorme espacio de planta circular de unos 8 metros de diámetro y con la abertura superior de lo que era la entrada original allá arriba, a casi 9 metros del suelo.Es impresionante, y con una acústica cuasiperfecta que invita a gritar chorradas como si tuviéramos diez años.
Sobre todo, cerrad bien la puerta cuando os vayáis y devolved la llave.
Cuando os alejéis de La Cañada de Verich, no os olvidéis de despediros con la mano del pueblo, por el buen rato que a buen seguro os habrá hecho pasar, y por lo mucho que os habrá enseñado. Y tened cuidado con la carretera estrecha y las curvas traicioneras. A ver si con otra subvención se puede mejorar el acceso...
Dedicado al abuelo que, entre amenas y divertidas batallitas, contó que su hermano y él fundaron/abrieron el bar "Cafetería de Verich", en Zaragoza, por el que casualmente paso todos los días al estar cerca de casa. ¡Cuántas veces me habré preguntado de dónde había salido la palabra "Verich"!.
Nota informativa para evitar malentendidos: No sé de que partido político es el alcalde de La Cañada de Verich. Ni me importa.
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