Donde la piedra seca se une al buen yantar
La Iglesuela del Cid es uno de esos poquísimos lugares donde la piedra adquiere un protegonismo sin igual. Sus calles empedradas las forman casonas señoriales hechas de piedra, como en otros muchos pueblos de Teruel; pero si dais una vuelta por los alrededores veréis que el uso de la piedra va mucho más allá, hasta convertirse en el elemento clave para el desarrollo del pueblo a lo largo de la historia.
Bancales, puentes, cabañas de pastor, escaleras... conforman un paisaje de piedra al que hay que acercarse y quedarse, por unos momentos, de piedra.
Este tipo de construcciones, fuera del núcleo urbano, se denomina "de piedra seca" porque, aunque parezca mentira, todas las piedras están colocadas sin usar ningún tipo de argamasa. Es todo piedra. Y sólo piedra.
Cuando más se disfruta de este paisaje es después de habernos quitado la mentalidad del siglo XXI, llena de prefabricados de hormigón y prisas, y ponernos la de las personas que "construyeron" las largas paredes que forman los bancales, en un intento y logro de aprovechar la dura orogrfía del terreno; de las personas que se construyeron las casetas para protegerse, él y sus útiles de labor, de las inclemencias del tiempo; de esas personas que, en un alarde de imaginación práctica, idearon ese sistema de escaleras casi invisible que permitía el acceso a los bancales sin tener que ir al extremo, colocando losas sobresaliendo de la propia pared. Es fabuloso, impresionante.
Visto lo que duran las construcciones que se levantan hoy día, no cabe duda de que nuestros antepasados nos llevaban siglos de ventaja.
Y, después de un ameno e instructivo paseo tan duradero como queráis, seguro que tenéis algo de hambre. Pues bien, en La Iglesuela del Cid esto no es un problema.
Si lo que queréis es comer como mandan los cánones (esto es, a la hora de comer y con las piernas debajo de la mesa), hay que ir a Casa Amada, señora a quien Dios guarde muchos años. Comida casera, buenas raciones, buen trato y, en algún caso, un toque de originalidad. A destacar los garbanzos con ali-oli, el conejo a la brasa (un conejo) y, de postre, helado de turrón (que no es helado, y yo para mí que ni es turrón, pero está delicioso). Pero el menú es mucho más, y además muy muy bien de precios.
Si, por el contrario, se os ha hecho la hora del vermú o, mejor aún, la de la merienda, id a un bar del que no recuerdo el nombre pero que está, si no me falla la memoria, al lado de la farmacia y un banco. Se llega tomando una de las calles que salen del parador/iglesia/ayuntamiento en dirección a la parte alta del pueblo. Se trata de un bar normal, con sus cuatro abuelos, la tele puesta, y una barra larga y triste con un bote de almendras y otro de aceitunas y pepinillos. Que no os engañen las apariencias: preguntad en la barra si tienen algo de cocina para picar alguna ración. Posiblemente salga de detrás de una cortina una señora que os diga que "bueno, algo os puedo hacer" y os suelte una retahíla de cosas. Los callos de ternera (caseros) los borda.
Nota: En Villafranca del Cid, un pueblo al lado de La Iglesuela pero ya provincia de Castellón, hay un "Museo de la Piedra Seca". No vayáis. Aparte de que no vale la pena, toda la información (paneles, folletos, etc.) está única y exclusivamente en valenciano. Y es que, como ya escribió en su día Arturo Pérez Reverte, "éste es un país de imbéciles".
La Iglesuela del Cid es uno de esos poquísimos lugares donde la piedra adquiere un protegonismo sin igual. Sus calles empedradas las forman casonas señoriales hechas de piedra, como en otros muchos pueblos de Teruel; pero si dais una vuelta por los alrededores veréis que el uso de la piedra va mucho más allá, hasta convertirse en el elemento clave para el desarrollo del pueblo a lo largo de la historia.
Bancales, puentes, cabañas de pastor, escaleras... conforman un paisaje de piedra al que hay que acercarse y quedarse, por unos momentos, de piedra.
Este tipo de construcciones, fuera del núcleo urbano, se denomina "de piedra seca" porque, aunque parezca mentira, todas las piedras están colocadas sin usar ningún tipo de argamasa. Es todo piedra. Y sólo piedra.
Cuando más se disfruta de este paisaje es después de habernos quitado la mentalidad del siglo XXI, llena de prefabricados de hormigón y prisas, y ponernos la de las personas que "construyeron" las largas paredes que forman los bancales, en un intento y logro de aprovechar la dura orogrfía del terreno; de las personas que se construyeron las casetas para protegerse, él y sus útiles de labor, de las inclemencias del tiempo; de esas personas que, en un alarde de imaginación práctica, idearon ese sistema de escaleras casi invisible que permitía el acceso a los bancales sin tener que ir al extremo, colocando losas sobresaliendo de la propia pared. Es fabuloso, impresionante.
Visto lo que duran las construcciones que se levantan hoy día, no cabe duda de que nuestros antepasados nos llevaban siglos de ventaja.
Y, después de un ameno e instructivo paseo tan duradero como queráis, seguro que tenéis algo de hambre. Pues bien, en La Iglesuela del Cid esto no es un problema.
Si lo que queréis es comer como mandan los cánones (esto es, a la hora de comer y con las piernas debajo de la mesa), hay que ir a Casa Amada, señora a quien Dios guarde muchos años. Comida casera, buenas raciones, buen trato y, en algún caso, un toque de originalidad. A destacar los garbanzos con ali-oli, el conejo a la brasa (un conejo) y, de postre, helado de turrón (que no es helado, y yo para mí que ni es turrón, pero está delicioso). Pero el menú es mucho más, y además muy muy bien de precios.
Si, por el contrario, se os ha hecho la hora del vermú o, mejor aún, la de la merienda, id a un bar del que no recuerdo el nombre pero que está, si no me falla la memoria, al lado de la farmacia y un banco. Se llega tomando una de las calles que salen del parador/iglesia/ayuntamiento en dirección a la parte alta del pueblo. Se trata de un bar normal, con sus cuatro abuelos, la tele puesta, y una barra larga y triste con un bote de almendras y otro de aceitunas y pepinillos. Que no os engañen las apariencias: preguntad en la barra si tienen algo de cocina para picar alguna ración. Posiblemente salga de detrás de una cortina una señora que os diga que "bueno, algo os puedo hacer" y os suelte una retahíla de cosas. Los callos de ternera (caseros) los borda.
Nota: En Villafranca del Cid, un pueblo al lado de La Iglesuela pero ya provincia de Castellón, hay un "Museo de la Piedra Seca". No vayáis. Aparte de que no vale la pena, toda la información (paneles, folletos, etc.) está única y exclusivamente en valenciano. Y es que, como ya escribió en su día Arturo Pérez Reverte, "éste es un país de imbéciles".
9 comentarios:
Me encantan los pueblos de Aragon, me encantan los aragoneses,al viajar disfruto con las particularidades de cada lugar de como en Aragon se dice Charrar, boira, ruixar, farinetas o sargantana.
Soy de un pueblo limitrofe con Teruel, donde igual se xarra en aragones como en valenciano y donde paisajes y gentes estan más por los encuentros que por los enfrentamientos.
Lamento que un blog dedicado a conocer el territorio, sus paisajes y sus gentes tenga tan poco respeto por las particularidades y características própias de un territorio.
El museo dispone de una guia escrita en varios idiomas, (inglés, frances y español) además de audioguias en todos los idiomas.
Aunque así no fuera, evitaria tratar de imbéciles a los pueblos que visito.
Un saludo
Un par de cosas:
a) Cuando yo visité el museo todo (insisto, TODO) estaba únicamente en valenciano (nos lo confirmó el chaval que lo llevaba, cuando le pedimos si tenía algo en otro idioma, aunque fuera en inglés). Me parece loable que en aquellos territorios que se hablen otras lenguas "regionales" (ya sea valenciano, tamaritano, chapurriau, aranés, patués o bable), la información vaya en esa lengua. Y me parece muy triste (de ahí mi disgusto) es que la información de estos sitios culturales públicos sólo vaya en esa lengua, restringiendo la información únicamente a las "pocas" personas que la hablen, siendo la mayoría los que hablan español (que además es el idioma de España), inglés o francés (me dedico a hacer museos y, salvo casos excepcionales en los que también los hacemos en alemán, suele ir la información en tres idiomas).
b) En cuanto a lo de tratar de imbéciles a los pueblos, el artículo no iba de eso, sino de que en un país cuya lengua oficial es el español y, más que menos, todos los habitantes lo hablan, tengan que salir unos majaderos dando un comunicado oficial en español, en catalán, en gallego, en vasco y en no sé qué más, a razón de 6.000 € por traducción, que sale del bolsillo de todos los españoles (esto es, gracias a tus impuestos un vasco que habla español lo oye también en español en vez de arreglarte la entrada al pueblo). Eso es lo que me revienta. Cada uno en su casa, que hable como quiera, pero en este mundo en el que cada vez es más importante la comunicación, como decía Pérez Reverte, me es más fácil comunicarme con un chileno que con un valenciano en Valencia (por ejemplo). Yo también lucho por defender las lenguas que se hablan en Aragón, pero razonable y responsablemente (no obligaría, por ejemplo, a todos los aragoneses a que hablaran tamaritano en las escuelas), pero jamás se me ocurriría hablarle a un inglés en patués. Ni a un madrileño, claro.
El bar se llama "bar amadeo" y la señora que "algo te puede hacer" se llama Pura, y es mi tia... mis tios se han jubilado y el bar ahora lo lleva mi prima, pero no ha cambiado nada, los callos son los MEJORES QUE HE COMIDO EN PUTA VIDA, EN SERIO, NO SE PUEDE DESCRIBIR CON PALABRAS. Me alegro de que te gustase mi pueblecico y no me sorprende que te gustasen los callos...
del museo de villafranca, no coments, solo decir que si a alguien le ha interesado lo de la "piedra en seco" en el camino que va hacia la ermita del cid y sus alrededores podeis encontrar algun que otro ejemplo y deteneos a sentir lo que alberto comentaba en su texto...
un saludo
Gracias por tu comentario. Y felicita de nuevo a Pura por los callos.
Alberto.
Lo de comparar el valenciano con el chapurriau, el patués o el tamaritano, para los que somos valencianohablantes es de una gran finura. Te ha faltado el panocho y uno que hablan tres personas por las Hurdes.
¡Ánimo con esa mentalidad regional-global! Otro día ya te pones a pensar en el concepto de "lengua oficial" (que marca una pequeña diferencia) y en que a los que tenemos una lengua como materna, nos gustaría que se tratara con dignidad, como ocurre siempre con la vuestra (el castellano, digo), que a veces, por cierto, hablamos y escribimos mejor que vosotros mismos.
Hola, vivo en la Iglesuela y queria agradecer sus comentarios para mi pueblo, efectivamente es un lugar maravilloso, y la arquitectura en piedra seca ha sido declarada BIC, hay una ruta de 6,5km, es circular y el paisaje precioso.
En relación al comentario del valenciano, quiero decir que estoy de acuerdo con usted al 100 %, es de muy mal gusto que el museo solo de información es esa lengua, y sobre todo que los paneles no esten traducidos al español, pero alla ellos, no se dan cuenta que son los que pierden.
Iglesuela del Cid es ARAGON, aqui hablamos español, pero alguna gente de Villafranca trabaja aquí, y la verdad que es muy molesto escucharles hablar en valenciano, creo que para nosotros es una falta de respeto, o no se enteran que en ARANGON SE HABLA ESPAÑOL, un saludo
Yo, que soy catalán, he dicho a los catalanes: "No vayais a Teruel, que hablan en español y todo está en castellano, com si fueran imbeciles". El blog está muy bien, pero atufa a españolismo rancio y centralista. Lástima, hombre, de gente tan soberbia, intolerante e... imbécil.
Gracias por tu comentario, Anónimo. Dice mucho de ti.
Tan español es el castellano como el resto de lenguas que se hablan en España. Artículo 3 de la Constitución española, no estaría mal que antes de comentar os la leyerais.
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