Un balcón a Teruel
Por mucho que se empeñe la guía Campsa en lo contrario, la carretera asfaltada acaba en Gúdar.
Me encantan los pueblos que son final de carretera, tal vez porque están menos masificados que el resto, ya que si llegas allí es porque es realmente donde vas.
Bueno, pues la carretera de Gúdar acaba allá arriba, en lo más alto. Y, en lo más alto del más o menos llano pueblo, una enorme balconada te invita a perder la vista por las extensas tierras turolenses del valle del río Alfambra.
Cuando acabéis de daros una vuelta por el pueblo, no os queda otra que volver por donde habéis venido. Eso sí, justo antes de llegar a la carretera "principal", tomad el desvío a mano izquierda (la antigua carretera), que os llevará a Los Caños de Gúdar, un paraje singular donde se puede hacer picnic (si os habéis llevado comida), donde los zagales pueden corretear (si os habéis llevado zagales), y desde donde parte una senda (apta para los que no se quieran cansar mucho) que remonta el curso del río Alfambra antre los árboles, hasta su nacimiento (supongo, pues nosotros sólo llegamos hasta una cascada pequeña).
Tanto el pueblo como la zona del merendero merecen la pena, de verdad.
Por mucho que se empeñe la guía Campsa en lo contrario, la carretera asfaltada acaba en Gúdar.
Me encantan los pueblos que son final de carretera, tal vez porque están menos masificados que el resto, ya que si llegas allí es porque es realmente donde vas.
Bueno, pues la carretera de Gúdar acaba allá arriba, en lo más alto. Y, en lo más alto del más o menos llano pueblo, una enorme balconada te invita a perder la vista por las extensas tierras turolenses del valle del río Alfambra.
Cuando acabéis de daros una vuelta por el pueblo, no os queda otra que volver por donde habéis venido. Eso sí, justo antes de llegar a la carretera "principal", tomad el desvío a mano izquierda (la antigua carretera), que os llevará a Los Caños de Gúdar, un paraje singular donde se puede hacer picnic (si os habéis llevado comida), donde los zagales pueden corretear (si os habéis llevado zagales), y desde donde parte una senda (apta para los que no se quieran cansar mucho) que remonta el curso del río Alfambra antre los árboles, hasta su nacimiento (supongo, pues nosotros sólo llegamos hasta una cascada pequeña).
Tanto el pueblo como la zona del merendero merecen la pena, de verdad.
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