
Pero, en el fondo, me "alegro". Y lo pongo entre comillas porque, a pesar de ser triste que nuestros pueblos se queden cada vez más vacíos siempre consuela un poco que haya algunos que se resistan a ser abandonados, como ha pasado (y, desgraciadamente, seguirá pasando) con todos aquellos que quedan apartados de las principales vías de comunicación entre grandes núcleos urbanos, que quedan apartados de las inversiones y facilidades para que otras gentes se establezcan, apartados del futuro, en una palabra.
La última vez que pasé por Salcedillo hacía un día de perros, y no vi a nadie. Esta noticia del periódico, diciendo que hay gente ahí, ha quitado de mi cabeza el recuerdo de un pueblo fantasma que espero no lo llegue a ser nunca, como ya lo son otros de Aragón en general y de Teruel en particular.
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