lunes, 18 de abril de 2011

Villarluengo (Maestrazgo)

Asomáos, forasteros
El Hostal de la Trucha es un muy buen sitio para pasar unos días de vacaciones. No me dan comisión. E insisto en lo de "vacaciones". Es un lugar tranquilo y muy acogedor, ocupando el complejo actual la zona en la que, en 1789, se creó la primera fábrica de papel continuo de España. Actualmente, como su nombre indica, hay también un criadero de truchas.
Si vais a pasar unos cuantos días por el Maestrazgo, éste puede ser un buen centro de operaciones para visitar la zona.
Está en un extremo del puerto de Villarluengo, y al otro lado del puerto está, lógicamente, Villarluengo. Pero no os preocupéis, que la primera vez que hagáis el trayecto no lo haréis de una tacada. El enooooorme puerto de subida va desvelando poco a poco estas tierras en tiempos templarias y hoy día en poder de los motoristas de la Guardia Civil (pero esto es otra historia).
Las vistas se van abriendo, y a lo largo del puerto hay espacios para dejar el coche e ir viendo abanicos de paisajes cada vez más abiertos y un Hostal cada vez más pequeño allá abajo, junto al Guadalope.
Luego, todo se torna planicie y aparece Villarluengo con su iglesia parroquial destacando sobre el casco urbano.
Un paseo por las tranquilas calles acaba llevándonos al Balcón de los Forasteros. No es que por ahí tiren a la gente que viene de fuera (somos brutos, pero no hasta ese punto), sino que el nombre le viene de unas fiestas en las que la vaquilla comenzó a perseguir a un forastero y éste, que vio la muralleta del balcón, debió pensar que al otro lado estaría a salvo y saltó. Efectivamente, se puso a salvo de la vaquilla, pero bien abajo. Porque este mirador da a un enorme cortado en el que, en el fondo, juntan sus aguas el río Cañada y el río Paloma. La caída debió ser impresionante.
Desde este mirador se aprecia muy bien la montaña sobre la que se asienta Villarluengo, así como una serie de bancales cultivados, estrechos, que bajan en fortísima pendiente hasta donde debió ir a parar el forastero en cuestión. Años después de esta visita a Villarluengo volví a ver este tipo de bancales en otro sitio: en La Gomera.
También tendréis una visión más global del pueblo y su entorno desde la ermita de San Bartolomé, un poco alejada (pero poco), y donde sopla buen aire. Y sano.
Por último, y ya para poner a Villarluengo en su propio pedestal, sabed que éste fue el primer pueblo de la provincia de Teruel que tuvo luz eléctrica. Queda dicho.

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