martes, 21 de diciembre de 2010

Alloza (Andorra - Sierra de Arcos)

Marchando una de patatas
Una de las veces que estuve en Alloza el cielo gris plomizo pesaba sobre esta tierra en tiempos poblada de almendros (de ahí su nombre árabe) y hoy sustituidos en gran parte por olivos.
Estábamos por cuestiones de trabajo, y llegamos a la cita hora y media antes de lo previsto, así que bajo la amenaza de una tromba de agua dimos una vuelta por las calles del pueblo. No había nadie.
Las calles estrechas nos subieron a la iglesia, con un formidable mirador desde el que se divisaba la Rambla y, allá a lo lejos, una ermita rodeada de cipreses. Seguíamos sin ver a nadie.
Desde aquí sólo podíamos bajar, así que lo hicimos hacia el otro extremo del pueblo. Y, sin quererlo (casi) dimos con el bar.
Y, claro, allí estaba todo el mundo. El bar (¿Gato negro puede que se llamara?) estaba perfectamente organizado: el grupo de al lado de la puerta, de charra con el camarero; el grupo de más al final de la barra, viendo en la tele uno de esos programas estúpidos de por las tardes; y, en la parte de arriba, mesas de gente (abuelos casi todos) jugando al guiñote.
Así que nos echamos una caña y, como ya se nos había hecho la hora, hicimos lo que habíamos venido a hacer y, con las primeras gotas que precedían al chaparrón que se avecinaba, marchamos.
Ahora viene lo bueno, que son esos chascarrillos que tanto me gustan y que quiero compartir acerca de Alloza. Uno me lo había contado uno de Andorra; los otros los he leído investigando un poco:

  • En los años 40 querían hacer en Alloza una central térmica que, finalmente, se hizo en Escatrón (¡cachis!).
  • En la guerra civil decidieron juntarse los de un bando y los de otro para protegerse mutuamente según quién conquistara el pueblo (¡chapó!).
  • En Alloza nació Joaquín Fernando Garay, ni más ni menos. Este hombre fue el que introdujo la patata en España, recibiendo por ello alguna distinción del rey Carlos IV. Pues eso, que sepáis que gracias a uno de Alloza podemos comer papas bravas, tortilla de patatas (los huevos ya los teníamos de antes), patatas rellenas de chorizo (los chorizos también los teníamos, y los seguimos teniendo), puré de patatas, patatas asadas, patatas fritas "El gallo rojo" (no me dan comisión), borrajas con patatas, papas con mojo picón...

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Escucha (Cuencas Mineras)

A muchos metros bajo tierra
El primer recuerdo que tengo de haber subido a Escucha es en moto, con mi padre, a cobrar su nómina. En aquél entonces las nóminas de la mina se cobraban en metálico, en un sobre, y había que ir a por ellas si querías cobrar.
Lógicamente, luego he estado en Escucha en infinidad de ocasiones: por estar al lado de Utrillas, por el trabajo en la pescadería, para fiestas... Escucha era un hervidero de gente, de bares con tapas... y, presidiéndolo todo, la central térmica siempre humeante bajo la cual había que pasar cada vez que entrabas o salías.
Pero el tiempo trajo el cierre progresivo de las minas de la cuenca (y de las otras cuencas), y Escucha fue uno de los pueblos en los que más se cebó el infortunio. Aunque hayan hecho casas, obras nuevas y alguna cosa más, la verdad es que ahora Escucha, sin su humeante chimenea, ya no es ni la sombra de lo que fue. De hecho, hasta la nueva carretera le ha dado la espalda.
Así que hubo que apostar por alguna alternativa, y como lo que ahora nos sobra por aquí son minas abandonadas, ¿por qué no convertirlas en un reclamo turístico?.
Y así se hizo el Museo Minero de Escucha, unos cientos de metros de una de las galerías mineras adaptado al turismo y preparado con toda la parafernalia necesaria para que niños y no tan niños se lo pasen estupendamente: te visten, te ponen un casco, te pintan la cara... y te bajan a la mina. ¿Se puede pedir más para un sábado por la mañana, por ejemplo?.
He visto en varias ocasiones las caras de la gente, cuando bajan y cuando salen, y se nota que se lo han pasado bien.
Tal vez se haya dado con algo que pueda devolver a Escucha parte de lo que fue.
Yo no he bajado. Es algo personal.
Antes de iros de Escucha, es fundamental hacer dos cosas más por ahí:
a) Subir, pasando el túnel, hasta el desvío de Valdeconejos; cruzar la carretera y tirar por el monte hasta el repetidor o hasta la zona de parapente. Se llega en coche por buena pista y las vistas, desde lo alto de San Just, de Utrillas, las Barriadas, Escucha, y Montalbán muy al fondo, son impresionantes.
b) Y la segunda cosa es, volviendo hacia Escucha y al poco de pasar el túnel de antes, coger un desvío que hay a la derecha y que, por la antigua carretera, nos lleva hasta la Fuente del Vaso. Es un agua buenísima, fresca, y la fuente ya lleva el vaso incorporado para beber a morro.
Nota: Pido disculpas porque cuando utilizo verbos como "subir" o "bajar" lo hago tomando como referencia a Utrillas. La costumbre.

Dedicado al listo de mi padre, que una vez abajo en la mina quería volver andando a casa porque se sabía el camino por las galerías. Lógicamente, no le dejaron ni la guía ni mi madre.