miércoles, 18 de septiembre de 2013

Dos Torres de Mercader (Maestrazgo)

Un detalle para con el cartero
Antes de llegar, desde la poco transitada carretera que en tiempos fuera el acceso directo a Castellote, ya se ve Dos Torres de Mercader, en una plana del barranco que lo separa de las aguas del embalse de Santolea. Desde la TE-V-8101 sale el desvío hacia el pueblo, por una carretera aún más "vecinal". No hay problemas para aparcar la furgoneta.
Este pequeño pueblo sólo tiene un par de calles, por lo que en teoría se visita pronto. Sin embargo, bastantes detalles como hornacinas, la iglesia, las casas de adobe, el ayuntamiento con un gran reloj de sol y lonja... y, en el extremo del pueblo, fuera ya de las calles asfaltadas, unas ruinas de lo que en tiempos debió ser un gran edificio, hace que perdamos el tiempo indagando por el lugar, preguntándonos qué podría ser: si una abadía, un convento, una ermita más grande de lo normal... el caso es que, como tampoco vimos a nadie (salvo a un señor, a lo lejos, que estaba en el huerto a lo suyo), a nadie pudimos preguntar, y con esa duda nos quedamos.
Volvíamos por la otra calle cuando de pronto, algo escondido tras una esquina, un ruido de agua nos hizo descubrir un bello rincón: un agradable y restaurado lavadero con techumbre de vigas de madera y palos donde tender la colada. Sitio precioso y fresco que tenía pinta de ser lugar de reunión en días calurosos, pues su cuidado por parte de los vecinos incluía verdes plantas que se notaba tiraban bien.
Marchamos pues la hora ya era avanzada, y nos quedamos con la duda de qué tipo de edificio serían las ruinas que vimos. Yo, además, me quedé con el gusanillo del original nombre del pueblo, así que antes de escribir estas líneas indagué un poco. Y esto fue lo que me encontré:
En un principio, el pueblo se llamaba Las Dos Torres, posiblemente debido a la existencia de dos torres de carácter militar y/o de vigilancia, que nosotros no vimos, y que nada tiene que ver con los hobbits ni con El Señor de los Anillos.
Posteriormente, debido a algún tipo de recorte de esos de comerse las letras y las palabras (tan aragonés), se denominó simplemente Dos Torres. Tiempos postreros trajeron un problema con este nombre: en otras provincias (p.e., Córdoba) había pueblos con el mismo nombre, lo que suponía un engorro a la hora de la distribución de la correspondencia (no sé qué volumen de correo tendrían aquí a principios del siglo XX, pero imagino que no mucho). Así que un buen día el señor D. Manuel Portolés Guillén, más conocido como el Maestro Portolés por ser el maestro del pueblo, solicitó un cambio de nombre, cosa que le fue concedida en 1916, pasando a llamarse el pueblo desde el día 27 de junio de ese año Dos Torres de Mercader.
Lo que ya no he podido averiguar es por qué a este hombre se le ocurrió lo de "Mercader" y no cualquier otra cosa... con la de palabras que hay.






martes, 10 de septiembre de 2013

Arens de Lledó (Matarraña)

Un paseo por la Edad del Hierro
Los túmulos funerarios son enterramientos típicos de los siglos VII y VI a.C., de la Edad del Hierro,y coincidentes con el inicio de la cultura ibérica al menos por esta zona turolense. Al difunto se le quemaba en una pila funeraria y luego sus cenizas se guardaban en una vasija. Esta vasija, y a veces enseres personales, se depositaban en una especie de "caja" construida en el suelo con losas de piedra, y luego se tapaba todo con tierra y más piedras. Este conjunto es lo que constituye un túmulo funerario. Interesante, ¿no?.
A la altura del km. 7, en la carretera que une Cretas con Calaceite, hay una explanada (imagino que ya con las señales de parking correspondientes) donde aparcar el coche. Estamos en el término municipal de Arens de Lledó, y punto central de nuestro paseo funerario ya que, según indica el panel de ruta, podemos iniciarlo tanto hacia la derecha como por la pista que parte a nuestra izquierda. Ambos son caminos de ida y vuelta, por lo que habrá que pasar por aquí una vez más antes de volver a coger el coche para irnos.
Se trata de una ruta cómoda, no muy larga, sin apenas desnivel y perfectamente señalizada, ideal para esos paseos con calma que invitan, además, a contemplar este paisaje típicamente mediterráneo.
La mayor parte de los enterramientos se encuentran junto a la pista, aunque para visitar otros es preciso desviarse algunos metros del camino principal; estos desvíos están indicados y, en este sentido, desde aquí me descubro ante la magnífica labor de limpieza y desbroce de toda esta ruta por parte de las brigadas de la Comarca del Matarraña. Un gran trabajo.
Nuestro recorrido por los enterramientos de la Edad del Hierro se verán gratamente complementados por otros elementos como canalizaciones en roca para conducir el agua de lluvia a pequeñas balsas,peirones, antiguo caminos de herradura... y nos os perdáis una cruz de granito alusiva a la guerra civil que hay en un margen del camino. Sin palabras.
Una vez acabado el paseo, no estaría mal dar una vuelta por el pueblo e, incluso, remojarnos en "El Galeró", unas piscinas naturales que nos ofrece el río Algars (si baja con agua, claro).