jueves, 27 de enero de 2011

Anadón (Cuencas Mineras)

Bienvenidos al fin del mundo
Me encantó Anadón. Tenía que soltarlo antes que nada.
Anadón es otro buen candidato a los primeros puestos de la lista de nuestro Teruel profundo. Mal encajonado en la Comarca de Cuencas Mineras, Anadón pertenece a ese precioso y recóndito mundo de la Sierra de Fonfría, y sólo se llega de dos formas: o equivocándote en el cruce de Rudilla o porque sabes dónde vas.
La única carretera que llega a Anadón es una laaaaaaarga cuesta abajo llena de curvas que, poco a poco, nos embelesaba con los cambios del paisaje en un día gris plomizo con amenaza de agua.
Finalmente, nuestra compañera la carretera nos depositó suavemente en el pueblo. En pleno pueblo. Al lado de la enorme iglesia.
Es un pueblo pequeño pero aparentemente acogedor en el que, como suele ser cada vez más habitual es nuestros pueblos pequeños, no nos encontramos a nadie en estos días de finales de otoño.
La tarde cayendo, el bar cerrado, nadie por la calle... parecía como si Anadón se estuviera preparando para otro de los crudos inviernos de la sierra, proporcionando la sensación de hallarse en algún lugar lejos del mundo conocido, en algún lugar... del fin del mundo.

martes, 25 de enero de 2011

Samper de Calanda (Bajo Martín)

A veces los bienes vuelven solos
A pesar de ser primeros de septiembre caía un sol de justicia a mitad de tarde, cuando enfilamos la carretera A-224 que va de Híjar a Escatrón.
Frente a nosotros se iba mostrando el valle que va abriendo el río Martín en su búsqueda del Ebro cuando, así de pronto, se comenzó a divisar un enorme edificio en la ladera de uno de los montes. Con el sol dándole de plano, todavía parecía mayor, como si fuera un gigante de piedra que vigilara que las aguas del río fluyeran sin problemas.
Conforme íbamos avanzando, bajo esta magna construcción se empezaban a vislumbrar unos tejados, y bajo los tejados unas casitas, pequeñas en comparación con la Iglesia del Salvador.
Llegamos a Samper de Calanda y lo primero fue asomarnos al mirador de la plaza de la iglesia; lo segundo, dar una vuelta a la par que protegernos del implacable sol con la frescura de la sombra de sus calles.
En alguna de estas calles se pueden ver lo que se conoce como "Capillas Abiertas", y que son típicas del Bajo Aragón Histórico. Estas "Capillas Abiertas" son antiguas puertas de acceso a la población a las que en los siglos XVII y XVIII se les añadió una pequeña capilla con distintos santos a los que los vecinos de la villa se encomendaban para que les protegieran.
Otra de las cosas que no faltan en Samper de Calanda son ermitas por sus alrededores, destacando la de Santa Quiteria, patrona del pueblo. A ella se puede llegar en coche, y es un excelente mirador no sólo del pueblo sino de la vega del Martín y, abrazándolo todo, la paramera y los montes de secano.
No es de extrañar que hayan hecho a Santa Quiteria (a quien se le atribuyen sanaciones relacionadas con la rabia pues los perros siempre se calmaban en su presencia), patrona de Samper de Calanda, pues parece ser que no se quiere ir del pueblo. Dos veces la robaron y se la llevaron, y dos veces que volvió a casa.
Esta historia es común en varios pueblos de Aragón, como la de la Virgen de Magallón, que está en Leciñena. Pero como esto es de la provincia de Zaragoza, que algún otro cuente la historia. Nosotros vamos a seguir con esta señora y los hechos que acontecieron en Samper, que tratan de perros, de pastores, de envidias... Hechos a los que algunos han bautizado como "La romería de los rabiosos":
Cuenta la historia que a un pastorcillo de Samper le mordió un perro, contagiándole la rabia. Cuando el pobre pastor se dio cuenta del mal que padecía, se retiró al monte a esperar la muerte, mientras se encomendaba a Santa Quiteria.
Tal era su fervor, que la santa se apiadó de él y, apareciéndosele sobre una peña, al pie de la cual brota una fuente, curó al pastorcillo.
El milagro corrió por todas partes, y todas las personas afectadas por la rabia acudían a postrarse ante la imagen, con la esperanza de que Santa Quitera les sanase de su enfermedad. Y se produjeron muchas curaciones.
Pero he aquí que los del vecino pueblo de Híjar sintieron celos, llegando al punto de robar la imagen de la santa para colocarla en su ermita de San Blas. Sin embargo, a la mañana siguiente comprobaron con estupor que la imagen de Santa Quiteria no estaba; había regresado por sí misma a Samper.
Los de Híjar no se dieron por vencidos y pasado un tiempo volvieron a cometer el robo. Pero nuevamente se repitió el suceso de la vez anterior, y la santa regresó otra vez a Samper.
Como desagravio, todos los años los vecinos de Híjar van en romería a la ermita de Santa Quiteria, en Samper de Calanda.
Bueno, bueno... todo hay que decirlo, y es que esta romería no se hace por venganza de un acto de mala fe, sino que cada Lunes de Pascua Samper cede voluntariamente su soberanía a Híjar (esto es, el alcalde es el alcalde de Híjar) para que, aunque sólo sea por un día, los hijaranos puedan ostentar la propiedad de la imagen y, así, venerarla.
He aquí una santa con un par. Que, aunque se le llevasen, siempre volvía a casa. Si pasara lo mismo con el resto de santos y con el resto de cosas, nos ahorraríamos un montón de burocracia. Eso sí, habría un gran caos de tráfico provincial, nacional e internacional durante una buena temporada.


viernes, 14 de enero de 2011

Villar del Cobo (Sierra de Albarracín)

Pero Gil
Hará ya un par de años estuvimos siguiendo la ruta del Guadalaviar, y paramos un poco en Villar del Cobo, bonito pueblo que (imagino) también debe su nombre a una familia, en este caso a los Fernández de Villar, y en cuya antigua casa se ubica en la actualidad el Ayuntamiento.
Yo soy de los que creen que el Cid existió realmente (hay gente que está con la duda), y que fue un personaje histórico muy singular, un mercenario que igual daba espadazos a moros que a cristianos.
Por el tiempo que estuvo por estas tierras turolenses, una de dos: o le gustaban mucho o es que aquí tenía mucho tajo. Yo me inclino por que fueran las dos cosas. El caso es que esta provincia se la pateó bien, y cuando digo "pateó" no me refiero sólo a que dejara un montón de historias/leyendas por donde pasaba, o su nombre en numerosos pueblos, sino que dejó sus huellas, literalmente, en las rocas de muchos lugares. En concreto, las de las patas de su caballo y las de los caballos de sus huestes.
Una de esas huellas se puede ver en el Barranco Hondo, un cañón que hace el río Guadalaviar por Villar del Cobo, y la historia/leyenda asociada es ésta:
El salto de Pero Gil
Pero Gil era un fiel escudero del Cid. En cierta ocasión fueron sorprendidos por un grupo numeroso de moros, hallándose ambos de pronto en un gran apuro. Para atraérselos y que no le sucediera nada al Cid, Pero Gil clavó espuelas y lanzó su caballo hacia el Barranco Hondo del Guadalaviar. Los perseguidores creían que Pero Gil habría de detenerse pues la profunda quebrada le cortaba el paso. Sin embargo, de un prodigioso salto, jinete y jumento volaron sobre el abismo y cayeron a la otra parte del desfiladero, con tal fuerza que quedaron grabados en la roca los cascos del animal.
Buen caballo, pardiez.