lunes, 30 de diciembre de 2013

Orihuela del Tremedal (Sierra de Albarracín)

Naturaleza, patrimonio, historia y leyenda
Vayáis a Orihuela por donde vayáis, seguro que es atravesando extensos y densos pinares, principalmente de la variedad albar. Hoy día, la madera es uno de los recursos naturales de la localidad, acompañada (¡cómo no!) por la recolección de hongos y setas cuando es época.
Una primera panorámica del pueblo la podemos tener desde la gasolinera, antes de meternos en la plaza, que será un buen lugar para dejar el coche, nada más pasar el río Gallo, hábitat de la trucha común y solaz de pescadores.
Orihuela del Tremedal fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1972, y no es de extrañar pues basta con mirar alrededor para admirar las casas señoriales, comenzando por el propio Ayuntamiento y acabando con (perdón, "en") la mansión de los Franco Pérez de Liria, en cuya fachada se encuentra (y cito casi literalmente) "la mejor y más bonita reja de la Sierra de Albarracín".
Ya que fueron los caballeros del navarro Pedro Ruiz de Azagra quienes por estas tierras reconquistaron la taifa de Albarracín, es lógico que dejaran huella a su paso por aquí, y esa huella se traduce en el culto mariano de la Virgen del Tremedal y en la advocación de un santo riojano: San Millán de la Cogolla, al que se le unió el nombre del río Gallo (por alusiones) y la fuente del Gallo, a su vera.
Por las empinadas calles llegaremos, pues, a la iglesia parroquial de San Millán de la Cogolla, una enorme mole arquitectónica que resalta con creces sobre el resto del pueblo, y a cuya edificación le pega más ser una catedral que una iglesia. Si os la encontráis cerrada, como nosotros, habrá que conformarse con las vistas desde el excelente mirador que su ubicación ofrece, con leer (al que le apetezca) la lista de los "caídos por la patria" (tan extendida por los pueblos de Teruel) y, si paráis cuenta, veréis que en una piedra sillar de las que forman una esquina del edificio ha sido convenientemente tallada para que podamos saber la hora cuando no está nublado. Sí, es un reloj de sol.
Esta iglesia, declarada Monumento Nacional, parece ser que se construyó en tan sólo cinco años (entre 1770 y 1775) y, por si en Orihuela no tuvieran bastante con "la reja más bonita de la Comarca", y los "Ríos de Piedra más espectaculares del mundo" (luego os digo lo que son), la parroquial de San Millán es "la más hermosa del barroco de la provincia". Si es que no debemos tener abuela...
Fuera ya de este casco urbano de casi 600 habitantes, una carretera nos conduce por la hospedería y nos lleva a visitar, por un lado, unas curiosas vertientes de piedras a las que, originalmente, llaman "Ríos de Piedra" y que, debido a sus dimensiones, parece ser que constituyen unos de los más espectaculares a nivel  mundial. ¡Será por piedras en Aragón!. Continuando hasta el final de la carretera, llegamos a nuestro último objetivo: el Santuario de la Virgen del Tremedal, cuyos orígenes se remontan a los siglos XII-XIII y cuyo templo actual es del siglo XVIII, aunque al final se inauguró en 1884 por culpa de la Guerra de la Independencia (suceso del que ahora nos ocuparemos).
Varias cosas hay que contar del Santuario:
1) La primera, que es un excelente mirador de los Montes Universales ya que estamos en los límites de las provincias de Guadalajara y Teruel, aunque actualmente está bastante invadido por antenas y repetidores. Y es que la tecnología tiene un precio.

2) La segunda, que durante la Guerra de la Independencia los españoles de la zona se habían hecho fuertes en el santuario, y un general francés, Henriot para más señas, organizó una emboscada para acabar con ellos. Pero los españoles se percataron de la jugada y se retiraron hacia los pinares, dejando al francés con dos palmos de narices. Éste, muy muy muy cabreado, ordenó quemar el pueblo, el Santuario, los pinares y todo lo que se le iba ocurriendo en su personal rabieta. Las consecuencias fueron desastrosas para el pueblo y para la zona, pero los oriolanos supieron reponerse a la catástrofe. Eso sí, imagino que por aquí seguirán acordándose del francés y de su... tropa.
3) La leyenda de la aparición de la Virgen, que más o menos dice así:

A un pastor manco que apacentaba su rebaño por estos lares, en medio de una luz resplandeciente se le apareció la Virgen, que venía con hambre, y le pidió un trozo de torta que, misteriosamente, sabía que el pastor llevaba en su zurrón. Cuando fue a echar mano al zurrón, la Virgen le dijo que con el brazo bueno no, que lo sacara con el que no tenía. El pastorcillo debió pensar que le estaba tomando el pelo, y así se lo dijo. El caso es que, tras discutir un poco, la perra chica fue para la Virgen y el pastor metió el muñón en el zurrón y, a la que lo sacó, llevaba el brazo entero. Y el trozo de torta, imagino.

La historia acaba aquí; ya no cuenta si al final merendaron los dos juntos o si el pastor, directamente, echó a correr al pueblo a contar lo de su brazo nuevo.

No sé a vosotros, pero a mí se me asemeja a la del cojo de Calanda, sólo que cambiando un cojo por un manco...
4) La cuarta, que sepáis que "Tremedal" no es el apellido del pastor ni el de la Virgen que se le apareció, sino "un terreno pantanoso, abundante en turba, cubierto de césped, y que por su escasa consistencia retiembla cuando se anda sobre él" (R.A.E.). No es de extrañar, pues, que la ganadería sea otro de los pilares de la zona.
Y hasta aquí. Ya veis lo que puede dar de sí un día por estas tierras.




miércoles, 11 de diciembre de 2013

Valmuel y Puigmoreno (Bajo Aragón)

Pueblos de colonización
colonizar.
1. tr. Formar o establecer colonia en un país.
2. tr. Fijar en un terreno la morada de sus cultivadores.
colonia (del latín colonia, de colonus, labrador).
1. f. Conjunto de personas procedentes de un territorio que van a otro para establecerse en él.
2. f. Territorio o lugar donde se establecen estas personas.
No es que me haya entrado "vaguitis"; es simplemente que tanto Valmuel como Puigmoreno, además de estar próximos entre sí y ser ambos pedanías de Alcañiz, son muy semejantes en su estructura urbana. Vamos, que para los que no somos de allí, después de haber estado en los dos, si te vendan los ojos, te dan vueltas y te dejan en uno de ellos, te costaría saber en cuál has ido a parar.
Y es que Valmuel y Puigmoreno son dos claros ejemplos de lo que se conoce como "pueblos de colonización", pueblos creados en los años cincuenta (del siglo XX) con el propósito de desplazar parte de la población a zonas de cultivo próximas a poblaciones más o menos grandes (tanto es así, que un centro de interpretación y una estatua -cada cosa en un pueblo- recuerdan sus orígenes).
En este caso, los pueblos se construyeron en la vaguada del río Regallo, actualmente zona de gran producción melocotonera y de vides. Son pueblos llanos, de calles rectas y viviendas unifamiliares, normalmente de un máximo de dos plantas y con amplio patio trasero destinado en sus orígenes a acomodar los animales de labor y de granja, y actualmente reconvertido en garaje/jardín. Las casas suelen organizarse en torno a la plaza principal, donde generalmente se ubican también la iglesia, el ayuntamiento y el médico.
Son pueblos tranquilos, agrícolas y ganaderos (como decía un conocido de San Jorge), con escaso o nulo desnivel en sus calles, merendero bajo pinos... una pocholada de pueblos, vamos. Como de cuento. Me encantan.
Como ya habéis leído, estos pueblos se construyeron a mediados del siglo XX, pero para hacernos una idea mejor de esta época histórica, decir que, en sus orígenes, Puigmoreno se llamó Campillo de Franco, posteriormente Puigmoreno de Franco y, finalmente, Puigmoreno a secas. Similar suerte corrió Valmuel, que en un principio se llamó Alpeñés del Caudillo, posteriormente Valmuel del Caudillo y, tras la dictadura, Valmuel.