lunes, 29 de julio de 2013

Alcaine (Cuencas Mineras)

Zona fortificada, naturalmente
Ya lo he escrito unas cuantas veces en este blog, pero en este caso permitidme comenzar insistiendo: no entréis con el coche en Alcaine (a menos que seáis del pueblo, claro). Procurad dejarlo entre la escombrera (típica a la entrada de muchos pueblos nuestros) y el alto antes de entrar, donde el banco (de sentarse). Aquí he llegado a ver a un autobús intentar dar la vuelta, con una estampa grabada de conductor sudoroso, vecino intentando desmontar un banco ("el banco") para ganar algo de terreno de giro, autobús asomando el morro por el vacío/precipicio... y autobús dando marcha atrás, de culo por la carretera, para girar en la escombrera y quedarse ahí. Así que si no sois del pueblo, dejad el coche fuera, insisto. Bastante habréis hecho con llegar, pues Alcaine es de esos pueblos de fin de carretera que me encantan.
En la confluencia de los ríos Radón (como el elemento químico) y Martín, la torre de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor se alza predominando sobre el resto de la población. Una torre que, tal vez por una ilusión óptica personal, parece estar inclinada. Y en este enclave espectacular, cien metros de altura desparraman las casas de Alcaine, sus angostas calles, algunos peirones, una nevera... hasta llegar a los ríos. Un desnivel que hace que, en ocasiones, podamos entrar en algún edificio por una puerta a pie de calle y salir por otra un par de calles más abajo.
El nombre de la localidad viene de la bonita expresión árabe "erq ayu", que viene a significar "lugar donde nace un manantial". Y de estos tiempos de ocupación árabe son también los once torreones y el alcázar, cuya misión defensiva no necesitó de murallas pues la propia orografía del terreno ya cumplía esa misión. Aunque no a todos, sí que hay camino para visitar alguno de ellos, incluso contemplar el embalse de Cueva Foradada y, en ocasiones, ver también los terrenos abandonados de cuando las aguas anegaron estos parajes. Este conjunto de crestas rocosas, situación entre dos ríos, torreones defensivos... hicieron de Alcaine un lugar casi inaccesible, y hoy día lo han convertido en una localidad más bien aislada y con algún que otro problema de comunicación con las localidades cercanas. Aunque, para mí, precisamente es esto lo que le da un toque especial, un lugar "donde perderse".
Y hablando de "perderse", pero sin llegar a tanto, os recomiendo un paseo que enlaza Alcaine con Obón, y que ahora no recuerdo si esta marcado como GR o como PR. El caso es que se trata de un paseo fácil, apto incluso para niños, y que recorre el curso del río Martín. Incluso un pequeño desvío nos vendrá bien para visitar las pinturas rupestres de la Cueva de Marco (creo que ahora hay que pedir la llave, o cita para visita guiada, en el albergue). Pero volvamos a lo del paseo: parte en dirección sur, y va en alto facilitando unas fantásticas vistas del río y su entorno. La senda está bien marcada y, si no queremos llegar hasta Obón, siempre nos podemos quedar en una verdosa explanada a orillas del río, justo cuando la senda gira 90º para subir verticalmente. El lugar se identifica fácilmente pues parece decir la palabra "almorzar".
En todo caso, optéis por llegar a Obón o bien dar media vuelta a mitad de camino, que sepáis que a la vuelta tendréis un bar abierto. Que no es poco.