jueves, 22 de octubre de 2009

Peñarroyas (Cuencas Mineras)

Un pueblo sin coches
Peñarroyas (o Peñas Royas) es un pequeño pueblo donde se acaba la carretera. Y lo primero que llama la atención cuando vas es que hay un parking donde debemos dejar el vehículo. Esto es porque los coches no pueden entrar al pueblo.
Y cuando escribo que "no pueden" no me refiero a ninguna ley del ayuntamiento, sino a que es físicamente imposible, ya que el acceso al pueblo se realiza por una única calle, tan estrecha que no caben.
Pero no acaban aquí las "gracias" de este encantador pueblo: de su calle principal salen unas cuantas más pequeñas y muy parecidas, y supongo que los del pueblo debían estar hartos de que les preguntaran por dónde se salía (recordemos que sólo hay una calle de entrada/salida) y pusieron la indicación pertinente en la calle "buena".
Y seguimos, porque aún da más de sí Peñarroyas. Un paseo corto que nos saca del casco urbano por el lado opuesto a por donde entramos nos lleva a un mirador a través de una montaña "roya" desde el que se divisa una espléndida panorámica del pueblo y del cauce del río Martín. Se puede continuar este camino y realizar una excursión circular que nos devuelve al pueblo, y en la que veremos huellas de dinosaurios, pero no lo aconsejo porque hay que cruzar el río alguna que otra vez y, más que por mojarse, la verdad es que está hecho una guarrada (parece mentira, pues este recorrido está englobado dentro de los del "Parque Cultural del Río Martín").
En la antigua escuela de niños, al lado de la fuente, hay un bar que a veces está abierto; y, ya para acabar, añadir que en Peñarroyas hay un pequeño museo y dos casas de turismo rural.
Vamos, que lo tiene todo para lo pequeño que es. Y ya sabéis los que vayáis con críos: no os preocupéis, que no les atropellará ningún coche.


Fotos denuncia:

miércoles, 21 de octubre de 2009

Frías de Albarracín (Sierra de Albarracín)

El nacimiento del Tajo
Como es bien sabido, pues a todos nos lo enseñaron de pequeños en la escuela (ahora no lo sé, voy un poco perdido con lo que se enseña y lo que no), el río Tajo es el más largo de la Península Ibérica, nace en los Montes Universales, en la Sierra de Albarracín, y desemboca en el Océano Atlántico, en Lisboa. Hasta aquí todo normal.
Lo que ya es menos conocido es que nace a 1.500 metros de altitud, en el término municipal de Frías de Albarracín. El lugar donde nace está a pie de carretera (para los que no les guste andar), en una explanada de hierba que se ha habilitado como merendero (así que si váis con algo para echar al fuego, mejor).
Cuando llegamos nos recibe un enorme monumento al río, que más parece sacado de Los caballeros del zodíaco que otra cosa. Y, al lado, una estatua nos indica el recorrido a lo largo de la Península Ibérica, y otras tres las tres primeras provincias por donde pasa: Teruel (un torico), Cuenca (un cáliz) y Guadalajara (un caballero). Ahí se debió acabar el presupuesto, faltando Madrid, Toledo, Cáceres y Portugal.
El sitio es una pasada; merece la pena. Eso sí, si vais llevaos al menos una chaquetica pues aunque vayáis en verano estaréis a 1.500 m. de altura, y hará fresco. Y no os olvidéis de hacer la foto con la fuente (con su caño correspondiente) y la piedra que indican que nace exactamente ahí, aunque alguien pueda malpensar que, en realidad, el Tajo nace unos cuantos metros más atrás, en el grifo de la cabaña.

P.D.: Ya que váis por Frías, acercaos también a ver la enorme dolina que hay por los pinares. Es impresionante.