martes, 19 de julio de 2011

Jarque de la Val (Cuencas Mineras)

Cosas curiosas
No quería haber escrito sobre Jarque hasta haberme pasado por allí otra vez por lo menos, pero una serie de casualidades casuales han hecho que me decida a hacerlo ahora.
Situado en llanura al sur de San Just, las casas de Jarque de la Val rodean una pequeña colina, en cuya parte alta está la iglesia y el ayuntamiento, y a donde se llega tras subir una empinada costera (al menos por el lado que subí yo).
El hecho que ha desembocado en que aparezca esta historia ahora ha sido que hace poco, buscando no sé qué en Internet (por trabajo, lo aseguro) me apareció una cosa curiosa sobre Jarque, cosa que me llevó a otra cosa, y cosas que ahora escribo porque, además de curiosas, me parecen interesantes:

  • Primero: Durante el reinado de los Reyes Católicos el pueblo se llamó Ejarque, y así hasta el siglo XVIII, que pasó a llamarse Jarque. Luego, como en otros pueblos, bien para no confundirlo o bien porque el nombre pareciera corto, desde 1916 se llama Jarque de la Val.
  • Segundo: A principios del siglo XX Jarque de la Val fue el primer pueblo de España que no tuvo analfabetos (ahí queda eso).
  • Tercero: Aunque las casas del casco urbano rodean la colina, hacia el Este parecen extenderse más; a este barrio lo llaman "el del Gallo", ya que es por donde sale el sol y, por tanto, los gallos de aquí eran los primeros en cantar.
  • Cuarto: Por contra, el extremo opuesto al barrio del "Gallo" es el barrio de la "Zorra" pues, al ser más sombrío y estar ahí la huerta, solía ser frecuentado por estos animales, que en tiempos difíciles entrarían en los corrales de las casas a buscar el sustento.
Ya para terminar, y como no sabía dónde meterla si no, aquí va una bravuconada de esas que no te dejan indiferente y sí con una sonrisa cuando te giras a ver quién la ha soltado. Fue en el bar El Serón, y uno le decía a otro: "Más vale que te dé una coz un macho que una hostia uno de Jarque".
No sé si se referían a los de este pueblo o no, pero en fin, queda dicho.


lunes, 11 de julio de 2011

Plou (Cuencas Mineras)

Anacronismos del siglo XXI
En la llanura que antaño habitaron los íberos hoy día se alza el núcleo urbano de Plou, algo resguardado por un pequeño cerro de las duras adversidades climáticas de esta zona.
Este pequeño pueblo de no más de 50 habitantes (creo) sin duda debió conocer tiempos mejores, como aquellos en los que el tren que unía Utrillas con Zaragoza tenía aquí una parada de viajeros y mercancías.
Siempre que he tenido que hacer la carretera entre Cortes y Huesa del Común he parado en Plou. Y es que, para mí, tiene un par de cosas cercanas en la distancia pero lejanas en mi imaginación, que siempre me han fascinado. Por un lado, su iglesia barroca, altiva pero cansada de tantos duros inviernos y cálidos veranos, y de algún que otro operario de alguna compañía eléctrica al que no le importa picar, taladrar y pasar cables por un monumento de más de tres siglos y del que, tras esta sufrida larga vida, no es de extrañar que una de las veces apuntara una señora: "Cualquier día se nos caerá encima".
Yo no lo creo. Ésta parece tener pitera para aguantar otros 300 años o más.
Por otro lado (es decir, al otro lado de la carretera) hay una fuente/lavadero que parece sacado de contexto en este entorno, y más al lado de la iglesia. Miras el lavadero y parece hecho hace cuatro días, como si le quisieran haber dado un aire modernista. Luego miras la iglesia y ahí sigue, vieja pero segura. Vuelves a mirar el lavadero y parece que lo han traído del patio interior de alguna casa romana; sólo le falta alguna ninfa nadando en sus aguas. Pasa un coche por la carretera y vuelves a mirar la iglesia, que no ha cambiado nada en estos diez minutos, y te apoyas en una de las columnes, y otra vez ves el lavadero, y posiblemente otro coche, y la iglesia luego... e intentas ordenar todo en tu cabeza. Pero no puedes, y eso es divertido.
Y, con una sonrisa, te vas de Plou, tal vez deteniendo el coche antes de perderlo de vista definitivamente, para verlo en su conjunto y en su entorno despoblado. Y, eso sí, te aseguro que las otras veces que pases, pararás. A lo mismo.