Como, por razones de trabajo, llevo algún tiempo conociendo cosas del Bajo Aragón, y como D. Miguel Pellicer ya me ha aparecido varias veces, voy aquí a desquitarme un poco y, aprovechando que hace tiempo que no cuento una leyenda de esas que comencé a coleccionar hace muuuuuchos años, voy a contaros la historia de este señor, que dice así:
Miguel Juan Pellicer fue un hombre natural de Calanda al que la necesidad obligó a marchar a trabajar a tierras de Castellón a una edad muy temprana. Allí, quiso la mala fortuna que una rueda de trigo le pasase por la pierna derecha y, aunque fue trasladado al Hospital Señora de Gracia de Zaragoza, la gangrena ya había hecho su aparición. Al pobre Miguel le tuvieron que amputar la pierna a la altura de la rodilla.El triste y compungido Miguel permaneció un tiempo en la ciudad del Ebro. Para poder vivir, Miguel pedía limosna a las puertas del templo del Pilar.
El cojo de Calanda (pues así le llamaban) profesaba una devoción muy intensa a la Virgen del Pilar, hasta el punto de que cada día ungía su muñón con el aceite de una de las lámparas que ardía alrededor de la Santa Capilla.
A los dos años y medio de malvivir, y cansado de Zaragoza, Miguel determinó volverse a Calanda, donde llegó tras un muy penoso viaje.
Un día de finales de marzo, Miguel se acostó cansado pues había pasado el día ayudando a sus padres en las tareas del campo. Cuando, más tarde, sus padres subieron a dormir, echaron un vistazo a la cama de Miguel, y cuál no sería su sorpresa al observar que, por la parte de abajo del camastro, sobresalían dos pies.
Miguel, más tarde, confesó que había soñado que se encontraba en la sagrada capilla del Pilar, y que se ungía el muñón de su pierna amputada con aceite, tal y como hacía cuando se encontraba en Zaragoza. El resto, dijo también, había sido obra de la Virgen del Pilar. Ella había obrado el milagro de hacer que al cojo de Calanda le creciera la pierna amputada.
Bueno, pues el caso es que la gente se tragó la historia de este hombre al que le creció una pierna como a una lagartija que le vuelve a salir el rabo, que Miguel Pellicer pasó al podium de leyendas, y que en Calanda hasta han hecho un museo dedicado a él.


