En Teruel hay sitios que ni te imaginabas que pudieran existir, leyendas que encenderán tu curiosidad, gentes a las que no les importará perder un rato contigo... ya va siendo hora de que lo conozcas.
Este blog sólo quiere dar a conocer cosas que hay en Teruel, no pretende ser un foro de discusión de noticias que se vayan produciendo, sino que sea algo atemporal. Si gusta, bien. Si no, pues también. Es algo personal.
Objetivo
Mi objetivo: Estar en todos los pueblos de la provincia de Teruel, y tener algo que contar de cada uno de ellos.
Aviso:
Esta web contiene sólo mi opinión particular y lo único que pretendo es dar a conocer Teruel. Como buen palo, aguanto mi vela. Para discutir de cosas ya hay otros sitios.
Quiero dar las gracias a todas esas personas que hasta ahora se han interesado por este blog y por Teruel, y también a algunos medios de comunicación que últimamente han contribuido a que se divulgue su existencia: Miguel Mena, Aragón Radio, Diario de Teruel... Gracias.
La Cañada de Benatanduz está encaramada en lo alto de unos meandros profundos, erosionados por un río que ha dejado formas curiosas en la roca, allá en el fondo del barranco. Sólo por el paisaje por el que se pasa para llegar hasta aquí ya bastaría para acercarse a este lugar, pero lo cierto es que, una vez allí, te cercioras de que ha valido la pena. Dicen de La Cañada de Benatanduz que aquí el Maestrazgo besa las nubes, y puede que sea cierto pues es el pueblo más alto del Maestrazgo. Y, si una de las cosas por las que era famoso el Maestrazgo era por las patatas de siembra, La Cañada de Benatanduz presumía de tener las mejores, tal vez precisamente por la altura. Me cuentan que, en tiempos, era tal la fama de estas patatas que la gente iba allí aposta a por ellas, cambiándolas por vino (del que escaseaba el pueblo). Esos días se montaba buena fiesta en el pueblo, que solía durar un par de días (lo que durara el trueque y la resaca, imagino).
Antes de llegar a Utrillas, viniendo desde el cruce, hay una fuente al lado de la carretera; una fuente por la que siempre ha manado agua fresca, aún en las épocas de mayor sequía: es la fuente del Mocho. Esta fuente, que yo recuerde, siempre ha estado ahí, con su abrevadero al lado, donde también bebía la burra cuando, de pequeño, bajaba con mi abuelo Agustín o mi padre a los huertos del Gradillo, al lado del cementerio. A la vuelta a casa llenábamos allí alguna garrafa, igual que mucha otra gente, de la mejor agua del pueblo. A veces se llenaba enseguida, otras le costaba un buen rato (cuando el agua salía gota a gota, si llevaba algún tiempo sin llover). Hace poco colocaron un cartel enorme casi tapando la fuente,en el que ponía que no se podía beber de ese agua. No sé quién lo colocaría ahí, ni quién dejaría que se pusiera, pero está claro que no era del pueblo, ni conocía ese pedazo de historia que durante generaciones ha dado de beber a tanta y tante gente, sin dejar de manar ni un sólo momento. A veces la ignorancia lleva a hacer tonterías como ésta. Al volver a Zaragoza volvimos a pasar por la fuente del Mocho y ahí, al lado del ignominioso y enorme cartel, estaba Bernardino llenando sus garrafas, como llevaba haciendo desde que era pequeño, hace más de 70 años.