viernes, 14 de enero de 2011

Villar del Cobo (Sierra de Albarracín)

Pero Gil
Hará ya un par de años estuvimos siguiendo la ruta del Guadalaviar, y paramos un poco en Villar del Cobo, bonito pueblo que (imagino) también debe su nombre a una familia, en este caso a los Fernández de Villar, y en cuya antigua casa se ubica en la actualidad el Ayuntamiento.
Yo soy de los que creen que el Cid existió realmente (hay gente que está con la duda), y que fue un personaje histórico muy singular, un mercenario que igual daba espadazos a moros que a cristianos.
Por el tiempo que estuvo por estas tierras turolenses, una de dos: o le gustaban mucho o es que aquí tenía mucho tajo. Yo me inclino por que fueran las dos cosas. El caso es que esta provincia se la pateó bien, y cuando digo "pateó" no me refiero sólo a que dejara un montón de historias/leyendas por donde pasaba, o su nombre en numerosos pueblos, sino que dejó sus huellas, literalmente, en las rocas de muchos lugares. En concreto, las de las patas de su caballo y las de los caballos de sus huestes.
Una de esas huellas se puede ver en el Barranco Hondo, un cañón que hace el río Guadalaviar por Villar del Cobo, y la historia/leyenda asociada es ésta:
El salto de Pero Gil
Pero Gil era un fiel escudero del Cid. En cierta ocasión fueron sorprendidos por un grupo numeroso de moros, hallándose ambos de pronto en un gran apuro. Para atraérselos y que no le sucediera nada al Cid, Pero Gil clavó espuelas y lanzó su caballo hacia el Barranco Hondo del Guadalaviar. Los perseguidores creían que Pero Gil habría de detenerse pues la profunda quebrada le cortaba el paso. Sin embargo, de un prodigioso salto, jinete y jumento volaron sobre el abismo y cayeron a la otra parte del desfiladero, con tal fuerza que quedaron grabados en la roca los cascos del animal.
Buen caballo, pardiez.

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